lunes, 22 de junio de 2015

Mes de Junio Consagrado al Sagrado Corazón de Jesús. Día 22: Pidamos al Sagrado Corazón por la Educación Cristiana de los Niños y Niñas

ACTO DE CONTRICIÓN¡Dulcísimo Corazón de Jesús,que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros!
Aquí nos tienes en vuestra presencia,
pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia.
Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido,
por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud.
Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes
y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.

MEDITACIÓN CORRESPONDIENTE AL DÍA 22
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR LA EDUCACIÓN CRISTIANA DE LOS NIÑOS Y NIÑAS


Son los niños y las niñas las flores tempranas del jardín de Cristo y la porción predilecta de su amantísimo Corazón. Jesucristo en su vida mortal manifestó por la niñez singular preferencia. Un pasaje del Santo Evangelio nos muestra al Salvador llamando en torno de sí esas tiernas primicias de su rebaño, y prodigándoles dulces agasajos y recomendándolas a los cuidados y solicitud de los Apóstoles. La Iglesia, heredera del Divino Maestro, no se muestra menos celosa en esta maternal predilección.
Pero también el enemigo muestra decidido empeño en apoderarse de esos corazones; y el mundo le secunda, y muchos padres le favorecen de un modo espantoso en esta obra infernal de robárselos a Dios. ¡El síntoma más pavoroso de nuestros desventurados tiempos es la corrupción de la niñez! Roguemos, pues, hoy, por los niños al Sagrado Corazón.
Salva, ¡oh buen Jesús!, de la peste del siglo a esas pobres almas, apenas salidas de las aguas de tu Bautismo y ya enlodadas quizás por la cenagosa corriente de la corrupción. Conserva en sus corazones la posesión completa que tuviste de ellos cuando por aquel Sacramento los redimisteis de las garras de Satanás. ¡Mira, Divino Jesús, cómo están hoy deterioradas y quebrantadas las más bellas flores de tu jardín!
¡Oh dulce Jesús, bondadoso amigo de los niños y niñas!, te pedimos hoy con mucho dolor por esas prendas que el demonio procura robar a tu Corazón.

Medítese unos minutos.

¡A quién no entristece ver tan alejadas de Dios a tantas almas tiernas, que debieran ser el bello adorno y la más preciada esperanza del Catolicismo! Unas sumidas en las tinieblas de la infidelidad en países no cristianos, otras entregadas a la educación perversa en escuelas impías, otras presenciando cada día ejemplos corruptores en aquellos mismos, que por el bien, debieran ser su espejo y su luz. ¡Cuántos de esos niños y niñas llevan a la primera Comunión el alma ya embrutecida por el vicio! ¡Cuántos después de esta toma de posesión que realiza en ellos el Hijo de Dios, lo lanzan inmediatamente de su corazón para alzar en él el trono de su enemigo! ¡Y cuántos quedarán en poder de este enemigo la mayor parte de la vida y cuántos eternamente!
¡Oh dulce Corazón de Jesús! Bien merecen estas víctimas de la astucia infernal, las súplicas más fervientes de tus devotos. Te rogamos, pues, por este plantel predilecto que ha de ser mañana tu cosecha. Hazla tuya, líbrala de los lazos que se le tienden, de los falsos maestros, de los malos padres, de las lecturas y distracciones perversas, de los amigos de la perdición. Se Tú el Custodio de su candor, el guía de sus pasos, el dulce objeto de sus primeros afectos; atráelos y enamóralos, ríndelos con el suavísimo influjo de tu amor, clava en ellos el sello de tu perpetuo dominio, y sea este completo en ellos toda la vida, traspase la muerte y dure por toda la eternidad.

Medítese y pídase la gracia particular.

ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy fragil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.


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