Virgo fidelis
Virgen fiel. María, siempre fiel a la
ley del Señor, lo fue también a los designios de la Providencia. Dios le
hizo saber, de un momento a otro, por su esposo José, que había que
huir con el Niño Jesús a Egipto. María no busca en lo absoluto
comprender la voluntad del Señor, y sin razonar sobre los obstáculos que
parecen presentarse en un viaje tan penoso, largo y peligroso, María
obedece, parte, y la orden de Dios le sirve de razón. Instruida por las
profecías acerca de los tormentos que Jesucristo, su Hijo, debía
soportar, tenía el alma triste, pero la sumisión estaba de acuerdo con
la voluntad de Dios Altísimo. ¡Fidelidad preciosa de María! ¡Quien podrá
admirarte suficientemente, cuando la condujiste al pie de la cruz y a
recibir los últimos suspiros de su Hijo!
Speculum justitiae
Espejo de justicia. María es el espejo
de las virtudes más perfectas, porque, destinada a la gloria de ser la
Madre de Dios, cuya dignidad supera incomparablemente todas las
grandezas humanas, y que es la más alta a la que puede ser elevada una
criatura, debió ser enriquecida con las virtudes que convenían a esta
sublime elevación, y si según Tomás de Villanueva, San Juan, sólo por
causa de su calidad de precursor del Mesías fue santificado en el seno
de su Madre e hizo cosas tan extraordinarias, que entre todos los hijos
de las mujeres, según el testimonio del Salvador, no hubo nadie más
grande que Juan Bautista.¡Qué decir de la santidad de aquella que
concibió y llevó en su seno al autor de todas, la virtud de la santidad
misma, en fin, el Verbo Eterno que es Dios!
Ejemplo
Un soldado, apellidado Beau-Séjour, rezaba todos los
días siete Padre Nuestros y siete Ave Marías, en honor de las 7 alegrías y de los siete
dolores de la Santísima Virgen. Nunca se olvido de satisfacer esta
obligación, y si se acordaba, luego de haberse acostado que no lo había
hecho, se levantaba al instante y rezaba esta oración de rodillas. Un
día de batalla, Beau Séjour se encontró en la primera línea de combate,
en presencia del enemigo, esperando la señal de ataque, se acordó que no
había dicho su oración acostumbrada; de inmediato comenzó a decirla
haciendo la señal de la Cruz. Sus compañeros, dándose cuenta, empezaron a
burlarse y las burlas pasaron de boca en boca, pero Beau-Séjour, sin
inquietarse, continuaba su oración. Una vez terminada ésta, los enemigos
hicieron la primera descarga; y Beau Séjour, sin haber recibido un
solo disparo, quedó solo en la línea. Vio muertos, a sus lados, a todos
aquellos que antes se reían de él y se burlaban de su devoción. No pudo
dejar de estremecerse ante tal vista y de reconocer la mano de la
poderosa Protectora que lo había salvado. El resto de la batalla y aun de la
campaña, que mató mucha gente, no recibió ni una sola herida. Habiendo
recibido finalmente su baja, volvió a su casa y publicó por todos lados
las alabanzas de María, de quien se reconocía deudor de vida y salud
(Récits d’histoires).
Seamos fieles a nuestros ejercicios de piedad hacia María y nos será fiel a la hora del peligro.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa.
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