Rosa mystica
Rosa Mística. Como la Rosa es, entre
todas las flores, la flor que más gusta universalmente, tanto por su
tierno colorido cuanto por su agradable olor, y por esta causa pasa por
reina de las flores, de la misma manera María, llamada alegóricamente
por la Iglesia Rosa Mística, es la Reina de los Ángeles y de los
hombres, porque sobrepasa a todas las criaturas, incluso a las más
perfectas, por la explosión de su gloria y por el mérito de sus sublimes
virtudes.
Turris Davidica
Torre de David. María es comparada con
la Torre de David, porque esta torre fue antiguamente el más bello
ornamento de Jerusalén por su elevada altura y por la belleza de su
estructura. María, igualmente, un edificio espiritual que es, después de
Dios, en la celeste Sión, el objeto más elevado y el más elevado por la
bondad de sus virtudes. En efecto, considerando la grandeza de su
dignidad y de los méritos preciosos de María, se comprende que la gloria
de que goza en el cielo les sea proporcional; y que todo debe ser
incomparablemente grande en aquella que según Agustín es la obra del
eterno consejo, en tanto que, San Epifanes llama misterio del cielo y de
la tierra.
Torre de marfil
Torre de marfil. Es en la expresión
del Espíritu Santo, que habla por el órgano de la Sabiduría, que la
Iglesia encontró la comparación que se hace de ella, a una torre de
marfil. En efecto; por que si comprendemos el sentido figurado,
comprenderemos que Salomón escuchó alabar la pureza a María, cuyo brillo
y cuya blancura no sólo entran claramente en comparación con la torre del
marfil sino que la supera infinitamente.
Ejemplo
El nacimiento de San Luis, Rey de Francia, se debió a
María Madre de Dios y a la devoción del Santo Rosario. La piadosa Reina
Blanca de Castilla, que fue la madre de este santo rey, lloraba largo
tiempo su esterilidad. Santo Domingo, que vivió en la misma época, le
aconsejó recurrir a la Santísima Virgen y que practicara el rezo del
santo Rosario, y que obligara a las personas más devotas del Reino de
hacer frecuentemente en su nombre este homenaje, y le hizo esperar el
fruto de bendición que deseaba, por la protección de la Madre de
Misericordia. Blanca siguió el consejo con felicidad y fidelidad. En
virtud del santo Rosario y de la piedad de la virtuosa princesa
obtuvieron pronto el efecto deseado. Tuvo un hijo, y en su hijo un rey,
que puso la santidad sobre el trono, que consagró su corona por todas
las virtudes cristianas; en una palabra, llevó a su tumba la vestidura
de la inocencia bautismal, enriquecida por todos los méritos que hacen los santos y a los grandes santos.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa.
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