Domus aurea
Casa de oro. Aunque esta comparación
esté muy por debajo de la dignidad y de las virtudes de la Madre de
Dios, no deja de tener el mérito de la justicia: ¿No se puede llamar Casa
de oro a María, cuyo seno fue el tabernáculo del Hijo de Dios vivo?
¿Aquella que es la obra maestra de la Omnipotencia? Y como el oro es el
símbolo de la pureza, María que es por siempre pura y está exenta de
pecado, ¿no merece el título de Casa de oro?
Foederis arca
Arca de la Alianza. El arca de la alianza que
siempre fue para los judíos el monumento más respetable de su religión,
tiene tantas relaciones con María que la Iglesia la mira como una figura
de la Madre de Dios. Efectivamente, trayendo a la memoria algunos
objetos de comparación, hacemos notar que como las tablas de la antigua
ley fueron conservadas en el Arca, el legislador de la nueva,
Jesucristo, quiso estar durante nueve meses en el casto seno de María. Y
si el Arca traía a los Israelitas los recuerdos de la Alianza que Dios
había celebrado con ellos, María nos recuerda, también, la nueva
alianza, que el Hijo de Dios nos hizo contraer con su Padre, tomando en
el seno de María la vida que entregó generosamente para rescatarnos.
Ejemplo
San Bernardo, célebre Abad de Clervaux, y el último de
los Padres de la Iglesia, parece haber asumido el trabajo de reunir, en
sus piadosos escritos, todo lo que en los siglos precedentes se había
dicho más bello y conmovedor sobre la Santísima Virgen, como si
reuniera en su corazón todos los tiernos afectos de sus más fervientes
servidores. No se puede leer lo que compuso en alabanza de la Virgen
sin sentirse penetrado de respeto, de confianza y de amor por Ella; y él
mismo, lo estaba de tal manera, que el recuerdo de sus grandezas y
sobre todo de su bondad, le hacía caer en éxtasis. Esta buena Madre
quiso mostrar sensiblemente en su persona cuánto atrae las bendiciones
el coraje de abandonar los afectos de la naturaleza, en especial sobre
aquellos que se parecía abandonar, ya que toda su familia, primeramente
tan opuesta a su retiro, terminó por compartir con él sus santas
dulzuras.
Roguemos a María llenar nuestros corazones de
caridad con el fin de que sean una morada agradable a Jesús cuando baje a Él en la Santa Comunión.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario