Regina sine labe originale concepta
Reina concebida sin pecado original. Amadísimos
hermanos, dice Bossuet, ¿que les parece? ¿Qué piensan de esta
doctrina?... Para mí, cuando considero al Salvador Jesús, nuestro amor y
nuestra esperanza, entre los brazos de la Santísima Virgen o tomando su
leche virginal, o reposando dulcemente en su seno, o encerrado en sus
castas entrañas. Cuando miro lo incomprensible así encerrado y esta
Inmensidad como resumida, cuando veo a mi Liberador en esa estrecha y
voluntaria prisión, me digo algunas veces: ¿Se podría hacer que Dios
abandonara al diablo, aunque no fuese sino un momento ese templo sagrado
que destinaba a su Hijo, ese santo tabernáculo, donde tomó un largo y
admirable reposo, ese lecho virginal, donde celebró sus nupcias del todo
espirituales con nuestra naturaleza? Es de esta manera que hablo
conmigo mismo. Luego, volviéndome hacia el Salvador; Niño bendito, le digo: ¡No sufras más, no permitas que tu Madre sea violada! ¡Ah si
Satán osara abordarla, mientras que, permaneciendo en Ella, haces un
paraíso, cuántos rayos harías caer sobre su cabeza! Con qué celo
defenderías el honor y la inocencia de tu Madre. Pero, ¡oh Niño bendito!,
por quien los siglos fueron hechos, Tu estás antes de todos los
tiempos. Cuando tu Madre fue concebida, la miraste desde lo más alto de
los Cielos; Tú mismo formaste sus miembros, fuiste Tú quien le dio el
soplo de vida, que animó esa carne de la que saldría la tuya. ¡Ah!, date
cuenta, Sabiduría eterna, que en este mismo momento, va a ser infectada
con un horrible pecado; va a ser la posesión de Satán. Desvía está
desgracia por tu bondad, comienza por honrar a tu Madre, haz que le
aproveche tener un Hijo que está antes que Ella, porque finalmente, bien
entendido todo, Ella ya es tu Madre y Tú ya eres su Hijo.
Ejemplo
El célebre Alejandro de Halès, que fue una de las
lumbreras de la Universidad de París, experimentó, en su persona misma,
el interés que la Santísima Virgen tiene en la gloria de su Inmaculada
Concepción. Ese gran teólogo, siendo doctor y profesor en París, no se
preocupaba por celebrar esta fiesta, porque tenia sus dudas acerca de la
verdad del misterio de la Concepción Inmaculada; pero Dios permitía que
cada año, el ocho de diciembre, día de esta fiesta, cayera enfermo y que
sufriera grandes dolores. Esto, habiendo ya ocurrido varios años
seguidos, fue percibido por sus alumnos como una circunstancia singular,
ya que coincidía siempre cada año el mismo día; le aconsejaron abrazar
la firme creencia en el misterio de la la Concepción pura y sin mancha
de la Madre de Dios. Se resolvió a ello, e hizo el voto que si el Señor
le concedía la gracia de librarlo de esta enfermedad anual, escribiría
un libro en honor de la Inmaculada Concepción. Este voto detuvo
inmediatamente el curso de sus enfermedades. Toda la Facultad de París,
que fue testigo, se alegró de la salud de su maestro; satisfizo su
promesa y compuso una obra en honor de la Santísima Virgen. Se empeñó,
particularmente, en sostener el privilegio de su santísima concepción;
relató el prodigio ocurrido a su persona; finalmente, se retractó de
todo lo que pudo decir o escribir en contra de ese glorioso misterio de
María concebida sin pecado.
Conservemos nuestro corazón puro, o
purifiquémosle mediante la penitencia, si hemos tenido la desgracia de
ofender a Dios; ganaremos así el Corazón de la Virgen Inmaculada.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para Aci Prensa
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