Pater de coelis Deus
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
Dios Padre, que estás en el cielo. Aunque
Dios, por su inmensidad esta en todo lugar y lo colma todo, sin
embargo, nos hace mirar particularmente al cielo como el trono de sus
gracias y de su gloria. Por eso, la Iglesia, invocando la misericordia
divina comienza por pedir a Dios Padre que la haga descender de lo alto
de los cielos donde habita, donde oye nuestras plegarias y donde las
otorga, según la promesa que hizo al rey Salomón, en el capítulo VII del
Libro de las Crónicas.
Filii, Redemptor mundi, Deus
Dios Hijo Redentor del mundo, Dios. La
Iglesia, considerando la caridad admirable con la cual el Hijo de Dios
se ofrece por nosotros al Padre, como una oblación y víctima de olor
agradable, se ha convertido en la propiciación del mundo; sobre el
madero sagrado de la cruz implora su misericordia; porque sabe que ese
Dios infinitamente bueno, después de haber dado su vida por nosotros, y
después de haber muerto por nuestros pecados, no puede rehusarnos nada
cuando le rezamos con amor y confianza; y que su justicia cede siempre a
su clemencia, a favor de aquellos que buscan, en sus sagradas llagas,
los derechos que les dan en sus misericordias.
Spiritus Sancte Deus
Espíritu Santo que eres Dios. Aunque
las tres adorables personas de la Santísima Trinidad concurren
unánimemente a la santificación de nuestras almas, se atribuye, sin
embargo, especialmente al Espíritu Santo, nuestra regeneración
espiritual y todas las gracias que recibimos del cielo, porque esos
favores, siendo un efecto del amor de Dios hacia nosotros, se reconocen
que tienen por autor a Aquél que es el Amor del Padre y del Hijo. Por
eso, la Iglesia invoca también al Espíritu Santo con el Padre y el Hijo y
le ruega que tenga piedad de nosotros
Ejemplo
San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, dando a
su Orden por divisa: Ad Majorem Dei Gloriam, no encontró mejor modo de
asegurar la práctica de esta importante máxima, que ponerla bajo la
protección de María. También, eligió para echar los primeros fundamentos
de su obra, la Iglesia de Montmartre, que está dedicada a la Santísima
Virgen María, y el día de su Asunción gloriosa; y quiso que su culto
fuese una de las devociones más queridas a la Compañía. Él mismo, desde
los comienzos de su conversión, experimentó los efectos sensibles de la
gracia; y no se puede dudar que el éxito prodigioso que significaron el
nacimiento de su admirable instituto, que el tiempo no hizo sino
afirmarlo y multiplicarlo, no se deban en gran parte, a la profesión que
se hizo siempre de una devoción muy especial a la Santísima Virgen.
Pidamos a María el deseo de trabajar siempre para la mayor gloria de Dios y no por el egoísmo.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario